seguridad. Así mismo los creyentes saludables sostienen la vida de la iglesia y soportan todo lo que sea necesario para mantener de pie el testimonio del poder del evangelio. El creyente fuerte espiritualmente, siempre esta dispuesto a pagar el precio para que la obra de Dios siga avanzando. Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo que es la iglesia. (Col. 1:24). Amemos a nuestra iglesia y trabajemos por ella.
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